7 jun 2015

INFIERNO EN NEPAL (2ª PARTE)


SEGUNDA PARTE.


Hicimos una parada en las instalaciones deportivas donde nos esperaba Bhupendra, coordinador e impulsor en Nepal del proyecto que nació de la colaboración de él y su buen amigo Juanjo.
El resto del día lo pasamos en casa de Bhupendra y paseando por el pueblo en olor de multitudes, los niños reconocían a Juanjo y constantemente lo abrazaban demostrándole su agradecimiento y cariño por lo que estaba haciendo desinteresadamente por ellos.
Todo estaba resultando un éxito, aunque aquella noche llovió intensamente, el día siguiente amaneció tapado pero sin lluvia. A la hora prevista el ministro de Deportes de Nepal se presentó en casa de Bhupendra y compartió el desayuno con nosotros y las autoridades del pueblo.
Más tarde nos dirigimos a pie hasta el polideportivo donde estaba todo preparado para la esperada inauguración, sillas para los invitados, un improvisado escenario para los discursos, los niños uniformados, y todo el pueblo con sus mejores galas. Las banderas de Nepal y España ondeaban por doquier, la mayoría de los niños alzaban con sus manitas ambas banderas como señal de triunfo y agradecimiento.
Se reflejaba la alegría en todos los rostros, los niños en especial estaban radiantes, eran conscientes que todo aquello se había hecho para ellos y eso lo llenaba de felicidad.
Todo salió rodado, cada uno de los Políticos y responsables del proyecto soltaron sus discursos, todos ellos hablaron en inglés y algunos solamente en Nepalí, solo mi amigo Juanjo hizo un magnifico discurso en inglés y rematándolo en Nepalí, cosa que arrancó los aplausos de todos incluyendo al propio ministro.
El ambiente festivo era palpable, los niños habían preparado con mucha ilusión unos bailes típicos que fueron una maravilla de espectáculo para todos los asistentes. Poco a poco algunos abandonaban el lugar, y cuando ya el ministro y su escolta habían subido a sus todoterrenos, se desató toda la salvaje furia de la naturaleza.
A todos nos pilló desprevenidos, no sabíamos exactamente lo que estaba pasando, notábamos que nuestras piernas temblaban, los coches aparcados se movían y daban pequeños saltos, uno de ellos sin frenar se lanzó lentamente a rodar, su propietario subió rápidamente a su interior y lo frenó. Al mismo momento y cuando todavía no salíamos de nuestro asombro las casas de la aldea situada encima de la colina a unos 500 metros, empezaron a estallar como si de un bombardeo se tratará. Los niños empezaron a llorar y corrieron a abrazarse a sus madres, estas conscientes de lo que les estaba pasando arrancaron a gritar y a llorar mientras intentaban consolar a sus hijos. Los hombres que hasta entonces no habían reaccionado se lanzaron a toda prisa encima de sus camiones y furgonetas y se dirigieron rápidamente hacia el pueblo.
Nosotros todavía en shock, decidimos tomar el mismo camino a pie. Cuando llegamos a las primeras casa del pueblo, nos dimos cuenta del alcance que aquellos breves segundos habían significado para aquella bonita aldea, que paso en pocos minutos de una fiesta total a una tragedia sin límites…

Continuará...

2 jun 2015

EL DIA EN QUE NEPAL SE CONVIRTIÓ EN UN INFIERNO

PRIMER PARTE.


El día 25 de Abril del 2015, quedará ya para siempre grabado en mi memoria, ese día viví en primera persona un acontecimiento difícil de olvidar, la destrucción de un país al que yo amo por su fascinante belleza y la nobleza de sus gentes.
Me encontraba en Nepal por una buena y satisfactoria causa. Mi amigo Juanjo Rodríguez de San Sebastián de los Reyes, me había invitado a acompañarle y compartir la alegría que representaba el hecho de poder ayudar a aquella gente lejana, en la inauguración de un proyecto para la construcción de un espacio polivalente en el que los niños pudieran practicar todo tipo de deportes.
El 22 estábamos en Katmandú paseando plácidamente (es un decir) entre el habitual caos y la contaminación a que sus habitantes y las hordas de turistas están acostumbrándose sin remedio.
Disfrutamos de toda la belleza que el Valle de Katmandú nos ofrecía, paseamos por sus calles, el típico y laberíntico barrio de Thamel, saludamos a amigos de las calles y otros con los que habíamos compartido viajes anteriores. Visitamos un monasterio situado a escasos kilómetros de Backtapur y después decidimos acercarnos hasta esta población y comer en un restaurante muy conocido por nosotros situado en la propia Durbar Square de esta hermosa y exótica urbe.



Mientras mi amigo ascendía hasta lo alto del templo principal de aquella magnifica plaza, yo decidí tomarme una cerveza Everest bien fresca, desde mi lugar privilegiado hice una foto a mi amigo mientras trepaba por las escaleras y la envié a todos mis amigos por Instagram. No podía imaginarme que 48 horas más tarde aquel bello monumento se derrumbaría atrapando en sus ruinas a todos los osados turistas que estaban contemplando su belleza.
Al día siguiente nos desplazamos a Bhimpedi una población situada a unos 50 Kms. de la capital. A pesar de la poca distancia que nos separaba, aquel trayecto nos llevaría más de 3 horas, pues el mal estado de la carretera, la estrechez, las curvas y los empinados collados que debíamos superar hacían el desplazamiento muy lento y peligroso.

Cuando llegamos a la última curva antes de descender hasta el valle hicimos un alto en el camino para contemplar el asombroso paisaje, las montañas y la aldea que resaltaba hermosa en lo alto de una colina. También pudimos ver la pista multideportiva situada a unos 500 metros de la población que con su color azul y el bullicio de los niños que la llenaban parecía un gran estadio deportivo digno de los mejores jugadores de la liga americana de baloncesto.
Aquella visión nos llenó de alegría a todos los que bajamos del todoterreno que nos había trasladado hasta allí, especialmente Juanjo verdadero artífice de que aquel proyecto hubiera llagado a feliz término, estaba radiante de felicidad, era consciente que aquel sueño que persiguió durante tanto tiempo, ahora lo veía por fin realizado.



Continuará...
 

5 abr 2015

LA ESCALADA




Escala si quieres, pero recuerda que el coraje y la fuerza no sirven para nada sin prudencia, y que un momento de negligencia puede acabar con la felicidad de toda una vida.
No hagas nada con prisas; mira bien donde pisas; y piensa desde el principio que puede ser el fin.
Edward Whymper. (Scrambles amongst the Alps).
A esa edad, en la que todos nos sentimos inmortales, cuando la juventud nos hace atrevidos, inquietos e inconscientes. El riesgo de la escalada nos parece una razón más para hacer de nuestras vidas una continua aventura.
Ahora que todo eso a mí me parece tan lejano, debo confesaros, que tuve una pasión por escalar paredes verticales que nunca se cumplió.
Por aquel entonces, con apenas 15 años, frecuentaba un grupo de amigos, algunos algo mayores que yo, que solían salir cada fin de semana a enfilar paredes imposibles en busca del desafío cada vez mayor y más difícil.
Cargaban con sus piolets, arneses, pies de gato, mosquetones y los cordinos. Totalmente equipados se lanzaban a lo desconocido en los impresionantes precipicios de Terradets, Collegats, Montsec o las montañas de Prades jugándose cada vez su todavía corta vida.
Debo admitir que los admiraba, y sin ninguna duda deseaba profundamente formar parte de aquella juventud de elite. Así que sin pensármelo dos veces y alardeando de un valor que nunca había tenido, me ofrecí a acompañarles en la próxima salida que hicieran, dispuesto a pasar a la historia como un escalador de primera línea con lo que esto llevaba asociado, la admiración de todas las atractivas y jóvenes muchachas que siempre solían ir merodeando alrededor de aquellos intrépidos escaladores.


El primer día de escalada fue de lo más frustrante, un amigo me prestó todo el material necesario y aunque el equipo estaba bastante usado debo admitir que me sentía como el más osado, admirado y experto de aquel grupo de aventureros.
Cargar con todo aquel peso, podía ser de lo más vistoso de cara a la captación de las miradas de las muchachas que se cruzaron en mi camino, yo pretendía caminar con la dignidad de un avanzado y corpulento alpinista, pero dada mi penosa preparación física, mi delgadez extrema y por supuesto mi juventud, debo reconocer que estaba totalmente hecho polvo y probablemente mi aspecto debía resultar penoso. Pero cualquier sacrificio era válido para triunfar entre las valquirias que yo estaba soñando.
Pero todo aquel sueño me cayó de golpe al suelo junto con mis atributos varoniles, cuando me encontré bajo las impresionantes paredes de Terradets. Aquello era una animalada, de lejos parecía ser accesible pero divisado desde aquella perspectiva tuve que reconocer que no tendría valor de escalar ni 2 metros. Y así fue, me ayudaron a colocarme los arneses mientras yo intentaba disimular el tembleque que corría por todo mi cuerpo, me dieron unas breves instrucciones de cómo debía utilizar los mosquetones y como rapelar cuando fuera necesario. Y por fin llegó el temido momento y entonces cuando miré hacia arriba dispuesto a seguir al compañero que abría la vía y que se había autonombrado profesor mío, literalmente me cagé…

Superándome a mí mismo, intentando vencer mis miedos, y aparentando una tranquilidad que en absoluto tenia, poco a poco fui ascendiendo hacia mi compañero. No podía rajarme, era demasiado tarde para comportarme como un gallina. Así que sin pensar en lo que estaba haciendo y siguiendo las instrucciones de mi experto amigo, enfilé torpemente aquella recta pared. No sé cuántos metros subí, creo que muy pocos, pero me sentía como un chorizo de cantimpalo colgado de una lisa pared. Cuando miré hacia abajo aquella altura me pareció suficiente por aquel día y decidí bajar cagando ostias. El resto de escaladores se balanceaban muchos metros por encima de mi cabeza, pero mi compañero de cordada decidió dejarme en el suelo a buen recaudo, agradeciéndole que no se mofara de mi patética exhibición de escalada.

Cuando más tarde lo explicaba a aquellos amigos y amigas que no eran del círculo de la escalada y que por supuesto no habían estado presentes en mi arriesgada gesta, les hable del riesgo que entrañaba estar colgado del vacío. De la calma que tuve que conservar para arriesgar mi vida en aquellas circunstancias y explicaba que por supuesto aquel seria mi modo de vida desde aquel día.
Debo admitir que por mis mentiras y fanfarronerías tuve que ir unas cuantas veces más con aquel experto grupo a hacer el payaso otras cuantas veces, finalmente me hicieron comprender que la escalada no era lo mío y que en mi propio bien y la seguridad de ellos sería mejor que abandonara mi pretensiones escaladoras y por supuesto el grupo antes de que tuviéramos que lamentar daños mayores.




Lejos de tomármelo a mal o frustrarme por mi fracaso dentro de la historia de los grandes escaladores, abandoné con la máxima dignidad mi absurdo sueño y me hice mi propia versión de lo que había pasado.
Argumenté que aquel grupo era bastante aburrido, que colgar como un vulgar chorizo desde lo alto de un precipicio no me motivaba en absoluto y que desde aquel momento, prefería otro tipo de pasatiempo, sin lugar a dudas los guateques y las fiestas playeras en que retozar con alguna jovencita era mucho más atractivo que aquel insípido deporte. De esta forma salve mi reputación y me aleje de un deporte que debo admitir que realmente me fascinaba…
Pido perdón a aquellos amigos que tuvieron la paciencia de aguantar mis neuras, Algunos de ellos perdieron la vida en conseguir objetivos inimaginables que sin mucho coraje es imposible de comprender. A los que ya con muchos años a sus espaldas siguen siendo grandes escaladores y a los que tuvieron que dejarlo porque el cuerpo ya no les aguantaba. A todos ellos mi homenaje y la envidia sana porque consiguieron unos objetivos que yo no fui capaz de alcanzar.
De los jóvenes hay que resaltar: la osadía, la valentía, la perseverancia, la fuerza, la solidaridad, la alegría y las ganas de vivir.
De los viejos escaladores debéis aprender: la experiencia, la prudencia, la generosidad, el sentido de colaboración, el respeto a las montañas y por supuesto el amor a la vida pasada, y a la escalada, esa pasión que les hizo vivir los mejores momentos de sus largas vidas.

A la memoria de todos aquellos que apuraron su sueño hasta el final.
 

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